La xerojardinería surgió por los años 80 tras las sequías sufridas en los años 70 en el oeste de los Estados Unidos. Para entonces era necesario construir jardines que tuvieran un bajo consumo de agua, y este es principalmente el objetivo de los xerojardines, disfrutar de un rincón verde que no requiera grandes cantidades de agua para subsistir. No obstante, el ahorro del agua no es el único objetivo, con el paso del tiempo, este tipo de jardines se han perfilado como la mejor opción para las personas que quieran tener espacios verdes ecológicos, limitando por ejemplo los productos fitosanitarios, aun así, la reducción del riego sigue siendo lo más interesante; y es que está comprobado que este tipo de jardines consumen una cuarta parte del agua de riego que consumen los jardines convencionales.

Claves de la xerojardinería

Lo más importante en un xerojardín es tener un orden. Tenemos que organizar nuestros espacios en tres niveles, una zona seca, una zona de riego moderado y una zona húmeda. En la zona seca ubicaremos las especies más duras, aquellas que necesiten menos agua durante el año, plantas que aguantan las sequías sin problemas.  La zona de riego moderado tendrá un poco más de agua, sobre todo al principio, cuando las plantas necesiten ayuda para extenderse rápidamente. Finalmente tenemos la zona húmeda, donde como es evidente el riego será mayor, esta zona será la más pequeña.

También hay otros puntos para poder crear un xerojardín. Por ejemplo, en los bordes del césped es donde cae más agua, aprovecha estos lugares para plantar aquellas que más necesitan ser regadas. Además, también es buena idea crear sombra para proteger algunas plantas del sol. Para ello planta árboles o pérgolas. El viento también contribuye a secar las plantas, usa cortavientos permeables para poder proteger tus especies.

Entre las plantas que se pueden cultivar se puede optar por arces, cipreses, magnolios, tomillo, cactus, caléndulas, pensamientos, cinamomos, romero, almendros, adelfa, estragón, hibisco, manzanilla común, lavanda, madreselva o enebro, entre otros.