Los árboles que tienen un crecimiento lento, como el roble, las secuoyas, o las hayas, si bien son muy distintos entre sí, tienen algo en común: pueden llegar a vivir más de mil años, de hecho, sólo para que nos hagamos una idea de lo longevos que pueden llegar a ser, se han encontrado ejemplares de Secuoya gigante que han llegado a los 3200 años. Mucho más que cualquier animal. Pero nuestro árbol protagonista el olivo ornamental no dispone de los recursos de los robles ni de las hayas.

El olivo con poda decorativa, un árbol autóctono de la región mediterránea, no crece lento porque pase frío, sino porque las precipitaciones anuales son tan bajas y el suelo tan pobre en nutrientes que, simplemente, no puede crecer más rápido. Cuando se cultiva en maceta o en un jardín abonado, a la planta sí que se la ve notablemente más grande de año en año, pero si se la deja a su suerte, necesitará varias decenas de años en convertirse en un ejemplar admirable.

Con todo, su esperanza de vida es igualmente asombrosa: 2000 años. Sí, sí, dos mil años. Una edad increíble para un árbol perenne.

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